Cuando se habla de seguridad activa en Chile, no hay sistema más decisivo que los frenos. En cada frenada no solo se reduce la velocidad, sino que también se pone a prueba la innovación de los fabricantes, la estrategia de los distribuidores y la habilidad de los talleres. En pleno 2025, el mercado chileno refleja una doble realidad: los componentes clásicos de alta rotación -pastillas, discos, bombas, líquidos y kits completos- conviven con tecnologías avanzadas como ABS, EBD, frenos autónomos, regenerativos y predictivos.
ABS y EBD: los clásicos que no pasan de moda
El ABS se consolidó como estándar de seguridad en vehículos nuevos, evitando el bloqueo de ruedas y sentando las bases para sistemas electrónicos avanzados. Su compañero, el EBD, distribuye la fuerza de frenado según la carga, siendo esencial en camionetas y buses interurbanos. En Chile, la flota de vans y furgones ha adoptado casi en su totalidad frenos ABS/EBD, lo que ha disparado la demanda de sensores, módulos y software de calibración, obligando a los talleres a capacitarse en su diagnóstico.
Frenado autónomo: cuando la máquina decide
El AEB (Autonomous Emergency Braking) dejó de ser un lujo y se integra en SUV y vehículos comerciales. Cámaras, radares y centralitas electrónicas reaccionan más rápido que el conductor, activando el freno antes de un impacto. A nivel internacional, marcas como Volvo y Scania lo han implementado en buses interurbanos, reduciendo accidentes en cruces peatonales y planteando nuevos retos de posventa en sensores y calibración, algo que pronto llegará a las rutas chilenas.
Regenerativo: frenar para cargar
La electromovilidad transformó el concepto: cada frenada genera energía en híbridos y eléctricos, alimentando baterías y reduciendo el desgaste mecánico. En Chile, las flotas de buses eléctricos de RED reportan menor uso de pastillas y discos, pero requieren bombas y software especializados para gestionar la recuperación energética, un desafío para los talleres locales.
Predictivo: el futuro que anticipa la ruta
El frenado predictivo, que combina GPS, inteligencia artificial y big data, anticipa condiciones de la vía. Mercedes-Benz lo prueba en camiones pesados, optimizando frenos y motor en pendientes y curvas, lo que promete revolucionar el transporte minero y de larga distancia en Latinoamérica, incluyendo Chile.
El negocio real: piezas que giran todos los días
A pesar de las innovaciones, los talleres chilenos dependen de los clásicos:
- Pastillas de freno: Líderes en rotación, con materiales como cerámicos y semimetálicos.
- Discos: Reemplazados por desgaste o vibraciones.
- Bombas de freno: Menos frecuentes, pero clave en reparaciones integrales.
- Líquidos: Negocio recurrente, con énfasis en DOT 4 y DOT 5.1.
- Kits completos: Tendencia entre distribuidores para simplificar logística y garantizar compatibilidad.
Par lo anterior, cadenas o tiendas de repuestos locales ya ofrecen kits con pastillas, discos y accesorios, aumentando el ticket promedio y reduciendo devoluciones.
Perspectiva de mercado
Los fabricantes deben innovar en materiales y compatibilidad con sistemas electrónicos. Los distribuidores tienen una oportunidad con kits, líquidos premium y formación técnica. Los talleres, más allá de instalar, deben convertirse en asesores que lean sensores, interpreten software y prevengan fallas.
Tradición y vanguardia en un mismo pedal
En 2025, el freno sigue siendo el eje del aftermarket chileno. Pastillas y discos sostendrán el mercado, pero los sistemas electrónicos y predictivos definirán el futuro. Quienes integren tradición y tecnología liderarán una movilidad más segura, eléctrica y conectada en Chile.